En todo el mundo, las amenazas a la educación han aumentado constantemente, con tasas cada vez mayores de desastres naturales, conflictos, impactos del cambio climático, pandemias y amenazas más existenciales a la educación, tales como el auge de la inteligencia artificial generativa, con interrogantes sobre el rol de los docentes y el propósito del aprendizaje académico en términos más amplios. Una mayor "resiliencia" se ofrece como la solución para estos desafíos y, por eso, especialmente desde el inicio de la pandemia de COVID-19 de 2020, el interés en la resiliencia ha aumentado: Google Trends muestra que las búsquedas de "resiliencia educativa" han aumentado de manera constante desde el 2019, con un aumento significativo en marzo del 2020 y casi duplicándose en los años siguientes. En toda la literatura sobre educación, y dentro de las políticas nacionales y los planes de recuperación de COVID, se proponen esfuerzos para cultivar sistemas educativos más resilientes para garantizar una mejor respuesta y recuperación para la crisis actual, y una mayor preparación frente a nuevas crisis y amenazas. Sin embargo, en toda la literatura existe un amplio espectro de usos y definiciones de lo que es y cómo se ve la resiliencia del sistema educativo, y de lo que se requiere para ayudar a desarrollarla. Sin una comprensión centrada y acordada, existe el riesgo de que la resiliencia educativa se convierta en otra palabra de moda en educación, como la pedagogía centrada en el alumno, que ha sido ampliamente nombrada e integrada en las políticas y los planes de estudio pero, como muestran estudios recientes, a menudo se malinterpreta y se aplica mal y el propio término 'LCP' (por sus siglas en inglés) se vuelve demasiado amplio para tener un propósito funcional.
Para que "resiliencia' vaya más allá de ser una palabra de moda, proponemos un marco para comprender y examinar la resiliencia del sistema educativo (ESR, por sus siglas en inglés), especialmente a nivel político y de planificación. El marco se basa en diferentes usos y definiciones del término que se encuentran en la literatura y las políticas nacionales en países de ingresos bajos y medios (PIBM). Se elaboró como parte del estudio de alcance encargado por el Programa de Intercambio en Conocimiento e Innovación de la Alianza Mundial para la Educación (GPE KIX) e implementado por Education Development Trust. El mismo incluyó revisión de literatura académica y gris, análisis de políticas y entrevistas con informantes clave y funcionarios de planificación educativa en diez PIBM, todos países socios de la GPE. Un resultado clave de este estudio fue el desarrollo de un marco para conceptualizar la ESR y definir las diferentes actividades y propósitos que las políticas y planes de creación de resiliencia deberían incluir.
Como se ilustra en la Figura 1, un sistema educativo resiliente incluye varios componentes comunes. Se caracteriza por políticas y planes para incorporar el fortalecimiento general del sistema, anticipar riesgos, planificar, responder y recuperarse en tiempos de crisis, y prevenir y mitigar perturbaciones futuras.
Figura 1. Marco emergente para conceptualizar la ESR
Cada actividad se resume aquí, con un breve ejemplo de lo que podría implicar:
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Fortalecer: un sistema resiliente se encuentra en un ciclo continuo de fortalecimiento para garantizar que sea confiable y flexible, independientemente del estado de emergencia. Las actividades de refuerzo del sistema varían mucho y podrían incluir la atención a la financiación, la supervisión y el apoyo a las escuelas, la enseñanza de calidad, los planes de estudio y las evaluaciones, los datos, la planificación, el seguimiento y la rendición de cuentas, y la gobernanza y la gestión.
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Anticipar: las actividades para el análisis de riesgos consideran crisis potenciales que afectarán la educación, incluyendo las interrupciones "conocidas" que pueden parecerse a crisis pasadas o actuales (tales como catástrofes naturales, conflictos violentos, pandemias) y las interrupciones "desconocidas", tales como los impactos emergentes del cambio climático o la inteligencia artificial generativa (IA gen), que representan nuevas experiencias que no se habían vivido antes.
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Planificar: la planificación incluye todos los esfuerzos para documentar los objetivos estratégicos, codificar derechos y responsabilidades y proponer un curso de acción. Los planes del sector educativo, junto con planes específicos para la reducción del riesgo de desastres (DRR), la planificación educativa sensible a las crisis (CSP) y la educación resiliente al clima (CRE), son enfoques comunes para planificar las operaciones diarias y considerar las circunstancias de crisis y emergencia.
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Responder y recuperarse: los planes de respuesta y recuperación entran en vigor cuando ocurre una crisis o un desastre, y los planes efectivos incluyen estrategias para plazos de corto, mediano y largo plazo. Por lo tanto, existe una gran superposición con los componentes de “Planificar” y “Prevenir y Mitigar”, ya que estos planes a menudo se encuentran dentro de los documentos de planificación de DRR, CSP y CRE.
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Prevenir y mitigar: las políticas y programas que intentan prevenir crisis futuras y mitigar los impactos de las perturbaciones en curso demuestran una forma de resiliencia y figuran en este componente. Las actividades en este ámbito podrían incluir planes de estudio y programación para reducir los conflictos y la violencia, educación para el desarrollo sostenible, DRR y preparación para emergencias, y esfuerzos para mejorar o modernizar las infraestructuras.
Un aspecto adicional y esencial del marco se refiere a la atención a la igualdad de género y la inclusión social (GESI), que abarca todos los componentes de nuestro marco. Las situaciones de crisis y desastres impactan de manera desproporcionada a las poblaciones marginadas, incluyendo a las mujeres, niñas, personas con discapacidades y personas en situación de pobreza, particularmente en áreas rurales. Sin embargo, los grupos marginados a menudo quedan excluidos de una participación significativa en los procesos de planificación de crisis, y los planes y objetivos existentes y producidos a menudo subestiman sus necesidades particulares. Así, para cada componente dentro del marco, las poblaciones marginadas deben incluirse en las actividades de desarrollo de políticas y prestar mayor atención a sus necesidades, y en los productos finales se debe poner en primer plano una mejor comprensión de cómo la crisis puede afectar de manera diferente a cada grupo.
Existen varias consideraciones para poder comprender y aplicar el marco. Este marco se desarrolló para centrarse en los niveles de política y planificación, y no en las actividades ascendentes de la ESR que fomentan la resiliencia a nivel individual, docente, escolar o comunitario, lo que supone una limitación para su aplicación. Además, es importante enfatizar que las políticas y los planes a menudo se superponen y son interdependientes, y un único documento de política tiene múltiples funciones en todos los componentes: las políticas de DRR anticipan formas de riesgo y planifican una respuesta para cada uno, además de proporcionar actividades de recuperación a mediano plazo y garantizar que los entornos construidos, tales como la infraestructura escolar, sean resilientes al clima para evitar futuras catástrofes. Por ende, una política de DRR puede encajar en el marco dentro de múltiples componentes de resiliencia, capturando actividades para anticipar, planificar, recuperar y responder. Por lo tanto, lo hemos identificado como “emergente”: como una herramienta desarrollada a partir de un estudio, que está disponible para desarrollo y revisión a medida que los investigadores, formuladores de políticas y profesionales la utilizan para el desarrollo conceptual durante las actividades de planificación y políticas.
Marco en acción y próximos pasos
El marco se desarrolló junto con las actividades de recopilación de datos en nuestro estudio de alcance y se ensayó durante la etapa de análisis al revisar los datos de entrevistas y políticas. El informe completo del estudio sintetiza nuestros hallazgos clave, pero en general, el uso del marco demostró algunos hallazgos clave en los PIBM estudiados:
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Al igual que con la propia ESR, la comprensión y los ejemplos proporcionados para las actividades de fortalecimiento del sistema variaron ampliamente según los datos, lo que indica una necesidad adicional de definir más claramente cada componente en el marco.
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En todos los contextos, observamos brechas en la gestión y el mapeo sistemáticos de riesgos como un aspecto de Anticipar.
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De acuerdo con la literatura citada anteriormente, los datos de los informantes y las políticas indicaron brechas en torno a GESI, con una atención limitada a las necesidades específicas de GESI en los datos de los informantes clave y en las políticas.
Sobre la base de estos hallazgos iniciales para el marco en acción, ahora recurrimos a las comunidades de investigación y práctica para responder y ensayar el marco en sí. Los posibles próximos pasos podrían incluir el desarrollo de una lista de verificación, que utilice pruebas para diferentes componentes del marco en distintas políticas, y llame la atención sobre la inclusión de las necesidades de GESI. Esperamos un mayor desarrollo y perfeccionamiento de la comprensión de la ESR para garantizar que las políticas y los planes realmente codifiquen y fortalezcan la resiliencia en todas las naciones y que no se convierta en una mera palabra de moda.