Lecciones sobre el impacto de COVID-19 en la educación de las niñas en África

Por : Shem Bodo Posted: 07 Marzo 2022
En este blog, Shem Bodo, Oficial Senior de Programas de la Asociación para el Desarrollo de la Educación en África (ADEA), resume los hallazgos clave sobre el impacto de la pandemia en las niñas según cinco informes publicados entre el 2021 y el 2022 por el Observatorio KIX sobre las respuestas al COVID-19 en los sistemas educativos en África. Este blog fue preparado por el Observatorio KIX en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Este blog fue editado por Tiffany Barnes-Huggins y Serhiy Kovalchuk, Oficiales de Programas del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC).
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Créditos: Blaire Harmon/Unsplash

Las intervenciones que probablemente tendrán un impacto son aquellas que están ancladas en políticas y estrategias sólidas, están bien planificadas y cuentan con recursos, se ejecutan de manera eficiente y se monitorean y evalúan de manera efectiva. Esto presupone un "entorno normal", pero estas condiciones difícilmente se cumplen por completo durante los "tiempos normales" en lo que respecta a África. Y así, encontramos casos de brechas flagrantes entre los pronunciamientos de políticas y las respuestas prácticas, con recursos que no son adecuados ni están dirigidos adecuadamente para implementar completamente los programas. Esta situación restringe la implementación de las intervenciones a unas pocas áreas o aspectos y limita el impacto. La pandemia de COVID-19 simplemente aceleró tal desequilibrio, poniendo de manifiesto el nivel inadecuado de preparación, especialmente para el sector de la educación, junto con el hecho de que el aprendizaje sobre cómo lidiar con la pandemia se desarrolló incluso cuando se implementaron cambios en las políticas y las prácticas, haciéndolos objetivos en movimiento.

Equipado con una perspectiva de género, equidad e inclusión, el  Observatorio KIX sobre las respuestas al COVID-19 en los sistemas educativos de África proporcionó algunas lecciones valiosas, en particular para las niñas y otros grupos vulnerables. Esto se basa en la evidencia disponible, de 40 países socios de la GPE en África, sobre cómo los gobiernos respondieron cambiando políticas y prácticas para mitigar el impacto de la pandemia en el sector en términos de operaciones continuas de educación y el bienestar de los estudiantes más allá de la educación.

Financiando la educación de las niñas

Los encargados de la formulación de políticas educativas deben orientar o delimitar la provisión de fondos para las niñas a fin de garantizar que se implementen las intervenciones planificadas para evitar que se amplíen aún más las brechas, los riesgos y las vulnerabilidades que existían antes de crisis como la de COVID-19 y el aumento de la exclusión durante las crisis. Un ejemplo es la situación de inseguridad previa en Burkina Faso que empeoró en los últimos dos años con el cierre de más de 2000 escuelas debido a exigencias de los terroristas. Esto infunde temor tanto en las niñas y mujeres jóvenes, como en sus padres, de regresar a la escuela. La inseguridad, el COVID-19 y otras emergencias importantes son razones clave por las que el Instituto de Estadísticas de la UNESCO (UIS) estima que es poco probable que más de 5 millones de estudiantes de primaria y secundaria del África subsahariana regresen después de la reapertura de las escuelas, muchos de ellos niñas.

A pesar de las variaciones de un país a otro en la proporción y etapa de implementación de las intervenciones, fue bueno ver que algunos países destinaron fondos, con la asistencia de socios para el desarrollo a través de subvenciones o préstamos, para apoyar a las poblaciones vulnerables e incluyeron la educación de niñas en áreas marginadas. Esto garantiza que dicho financiamiento llegue a los beneficiarios previstos. Se ven ejemplos en países tales como Benin (sensibilización de género), Nigeria (programas centrados en las niñas), Senegal (espacios digitales seguros para que las niñas accedan a pares, mentores e información) y Zimbabue (programas de recuperación sensibles al género), así como otros países tales como Camerún, República Democrática del Congo (RDC), Kenia, Malawi, Malí y Togo.

La otra área prioritaria fue el apoyo a la formación de docentes en tecnologías de aprendizaje a distancia, donde la República Centroafricana capacitó a sus docentes sobre cómo abordar la violencia de género y cómo abordar las necesidades psicosociales y de salud mental de los alumnos. Al mismo tiempo, la República Democrática del Congo, Kenia, Malí y Zimbabue incorporaron los aspectos de igualdad de género e inclusión en sus programas de formación docente durante el período de la pandemia. Los suministros y otras medidas para el agua, el saneamiento y la salud (WASH) en Mozambique incluyeron la mejora de los baños para las niñas y el suministro de toallas sanitarias para aumentar su matrícula.

Campañas de reapertura de escuelas centradas en las niñas

Hemos visto campañas de retorno a la escuela en Burkina Faso, Ghana y Nigeria que incorporan mensajes apropriados menores a través de los medios de comunicación locales dirigidos a las áreas rurales. Fortalecer el aspecto de protección en los mensajes, con la participación de otras ramas del gobierno, y alentar la participación de los actores de primera línea en las campañas, tales como las organizaciones de la sociedad civil que implementaron intervenciones educativas para promover el regreso a la escuela de las niñas que están embarazadas o dieron a luz - ayuda a mejorar el impacto. Este fue el caso de Etiopía, Kenia y Ruanda. Con ganas de mantener o mejorar su transición del 100% de los alumnos de la educación primaria a la educación secundaria, Kenia se unió a Lesotho, Sudán y Ruanda para utilizar a los administradores gubernamentales nacionales y subnacionales para monitorear y hacer cumplir la política de regreso a la escuela a través del desaliento de actividades tales como la utilización de las niñas en las tareas del hogar.

Iniciativas globales y regionales como la campaña de financiamiento "levanta tu mano" de la GPE que apoya el financiamiento nacional y externo de la educación de las niñas en África, y la campaña "AfricaEducatesHer" de la Unión Africana-Centro para la Educación de las Niñas y las Mujeres en África ((AU/CIEFFA) para aumentar la conciencia sobre cómo hacer que las niñas regresen a la escuela después de COVID-19, particularmente a través de revisiones de políticas para la reintegración de niñas embarazadas, demuestra que cuando los socios se mantienen firmes con los gobiernos durante las crisis, las niñas se encuentran entre los ganadores de primera línea.

Mantener tales iniciativas exige la asignación de más recursos nacionales para crear sostenibilidad en el financiamiento de las respuestas de emergencia y demostrar cómo mejoran la equidad y la inclusión en la educación. Adicionalmente, los gobiernos deben comprometerse con socios clave para respaldar importantes inversiones en tecnología educativa e infraestructura de aprendizaje remoto en áreas de difícil acceso, así como en países en transición.

Una mirada al bienestar de las niñas

La pandemia de COVID-19 puso de relieve el hecho de que el bienestar de los niños, especialmente de las niñas y las mujeres jóvenes, abarca varios temas interrelacionados dentro y fuera del entorno de aprendizaje. Como tal, las intervenciones de mitigación requieren un enfoque holístico y de múltiples partes interesadas, que involucre a los gobiernos y socios activos, incluyendo las comunidades locales, para tener éxito. También deben contextualizarse a las situaciones socioculturales, socioemocionales y socioeconómicas prevalecientes. Aunque impulsadas por el gobierno, las políticas nacionales y las respuestas prácticas en esta área para niñas y mujeres tuvieron un fuerte elemento de colaboración humanitaria con socios locales, regionales e internacionales que se centraban en la salud y la nutrición, la protección contra la violencia sexual y el embarazo adolescente y el apoyo a los estudiantes en las poblaciones de refugiados y desplazados internos.

Los gobiernos implementaron estrategias creativas para garantizar la provisión continua de comidas escolares en algunos de los países socios de la GPE. Esto incluyó raciones para llevar a casa en forma de alimentos secos y suplementos (Chad, Liberia, Níger y República del Congo), entregas diarias de comidas (Liberia, Mozambique, Madagascar y Sudán) y transferencias de efectivo o cupones (Níger, Togo, Côte d'Ivoire, Kenia y Zimbabue). Reflexionando, una brecha importante en estas respuestas es la falta de datos de calidad, por ejemplo, sobre cuántas niñas realmente se beneficiaron de estas nobles intervenciones dirigidas a familias vulnerables.

Varias niñas sufrieron violencia sexual durante el período de COVID-19, quedaron embarazadas o quedaron traumatizadas debido a sistemas inadecuados de apoyo psicosocial y de salud mental derivados de la falta de acceso a productos de gestión de la salud menstrual. Esto muestra que puede que no sea suficiente instituir políticas y prácticas bien intencionadas, sino hacer un seguimiento encontrando formas innovadoras de involucrar a quienes tienen responsabilidades "adquiridas", tales como los padres y la comunidad, para garantizar su implementación. El hecho de que la mayoría de los gobiernos ofrecieran lecciones por radio y televisión, con lecciones digitales en algunos países, completas con horarios oficiales, no significa que los alumnos, especialmente las niñas, asistieran a las lecciones. Otros factores, tales como el estatus socioeconómico reducido en muchas familias debido a la pobreza y la pérdida de empleo, así como los hogares encabezados por niños, por ejemplo, significaron que otras prioridades tuvieron precedencia sobre el aprendizaje. Algunos hogares aumentaron las tareas familiares para las niñas, otros enviaron a sus niñas a matrimonios precoces o forzados o a ser explotadas a cambio de dinero y comida, mientras que otras niñas se vieron obligadas a recurrir a 'otras' fuentes para satisfacer sus necesidades básicas que sus familias no podían proveer.

Para no condenar a las niñas que se encuentran en tales situaciones, los gobiernos deben, entre otras medidas, adoptar políticas y marcos legales procesables de continuación y/o reingreso a la escuela para las adolescentes que quedan embarazadas. Sierra Leona y Zimbabue han demostrado que es posible y, con suerte, pueden ayudar a influir en el cambio en otros países. En Tanzania, por ejemplo, un decreto presidencial que prohibía a las niñas embarazadas continuar con su educación básica ha sido revocado luego de que el gobierno anunciara el levantamiento de la prohibición discriminatoria. Dicha flexibilidad permitirá a las adolescentes adaptarse a la nueva normalidad, promover su reingreso a la escuela y al mismo tiempo alentar a las escuelas a instituir sistemas que mitiguen futuras interrupciones del aprendizaje.

Pensamientos finales

Los programas de recuperación de COVID-19 también deben intensificar los mecanismos legales y de políticas de mitigación, y revitalizar los sistemas de monitoreo, de violencia sexual y de género que se encuentra en aumento vertiginoso, incluyendo la mejora de los mecanismos de denuncia y la provisión de refugio para las víctimas. Un enfoque es el de incorporar lecciones sobre cómo ayudar a las niñas a lidiar con el trauma de violencia de género en los programas de capacitación docente, como uno de los temas transversales. Esto asegurará que los maestros aprendan estrategias de mitigación que puedan impartir a los alumnos. Para que esto funcione de manera efectiva, los gobiernos deben priorizar el fortalecimiento de la capacidad docente durante las crisis y tener intervenciones específicas para los estudiantes en entornos marginados o de hogares pobres a los que es posible que no lleguen las soluciones de aprendizaje remoto.

Para prevenir la pérdida potencial de más de 10 mil millones de dólares estadounidenses en el PIB en África subsahariana (según estimaciones de World Vision International en 2020) debido a la negación de la oportunidad de que las madres adolescentes regresen a la escuela después del cierre de las escuelas por el COVID-19, especialmente en las regiones afectadas por conflictos, debemos trabajar deliberadamente para eliminar la exposición de las niñas y las madres jóvenes al abuso y la violencia, los matrimonios precoces o forzados, la mutilación genital femenina, los embarazos no deseados, la violencia de género y el VIH.

La adopción de políticas y acciones a favor de los pobres verá, por ejemplo, la reducción de la brecha entre los estudiantes de alta tecnología, baja tecnología y sin tecnología a medida que los gobiernos desarrollen soluciones de aprendizaje remoto. Esto podría ser parte de un mayor enfoque en las niñas desfavorecidas en riesgo de no regresar a la escuela, para lograr niveles de inscripción similares para niños y niñas, como era el caso antes del cierre de las escuelas.

El dicho proverbial, 'nada para nosotros sin nosotros' se aplica acertadamente aquí. Cualquier intervención debe considerar el lugar de las niñas jóvenes en el impulso de las reformas educativas teniendo en cuenta la experiencia de COVID-19. Deben articular claramente cómo involucrar significativamente a las niñas desde la política hasta la evaluación del impacto. Pero esto también requiere datos de calidad, que sigue siendo un desafío perenne para el continente, y fortalecer la capacidad a nivel comunitario para la detección temprana y el manejo de la ansiedad y el comportamiento social relacionado con el estrés, especialmente para las niñas. Debemos hacer todo los posible para prevenir los temores planteados por Megan Stacy en el 2020 quien señaló que "sin escuela ni la mirada atenta de los maestros... sin adultos de confianza monitoreando... sin citas para jugar con amigos... y el estrés que se acumula en casa", el aislamiento durante el encierro de COVID-19 podría aumentar el peligro de abuso infantil.