Cinco lecciones que deja el COVID-19 en la educación en África

Por : Moses Ngware ,Shem Bodo Posted: 02 Junio 2022

En esta serie de blogs, destacamos los resultados emergentes del Intercambio en Conocimiento e Innovación de la GPE que demuestran cómo se puede generar y movilizar evidencia impulsada por la demanda para apoyar el fortalecimiento de los sistemas educativos en el Sur Global. Este blog presenta los hallazgos de uno de los proyectos de investigación aplicada de KIX; explórelos todos aquí.

Este blog también se ha publicado en el blog de Educación para todos de la GPE.

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Créditos: UNICEF/Kanobana

La pandemia de COVID-19 presentó desafíos sin precedentes para la educación en los países africanos. En respuesta, los investigadores se han movilizado para producir evidencia procesable que respalde la recuperación y resiliencia del sistema. ¿Qué puede enseñarnos esta experiencia sobre la capacidad de los sistemas educativos para absorber el impacto de una crisis? ¿Cómo puede la investigación ayudar a evaluar, en tiempo real, los esfuerzos del gobierno para cambiar las políticas y prácticas para sostener el aprendizaje? ¿Y cómo podemos convertir las pérdidas de aprendizaje sufridas por los estudiantes en lecciones valiosas para el futuro?  

Así nació el proyecto del Observatorio KIX. A partir del 2021, los investigadores trabajaron para recopilar y sintetizar políticas y prácticas de respuestas provenientes de 40 países socios de la Alianza Global para la Educación (GPE) en África. Centrándose en dos áreas principales – el funcionamiento de los sistemas educativos y el bienestar de los alumnos – los investigadores examinaron los siguientes temas: financiación de la educación, el bienestar psicosocial de los niños en edad escolar, reaperturas de escuelas, formación y apoyo de los docentes y evaluación del aprendizaje. 

Hallazos de la investigación sobre el impacto del COVID-19 en los sistemas educativos

Financiación de las respuestas educativas al COVID-19. Todos los países socios de la GPE en África hicieron planes de contingencia para financiar las respuestas relacionadas con las interrupciones en la educación causadas por la pandemia. Más de la mitad de los fondos de contingencia apoyaron los preparativos para la reapertura de las escuelas y el uso de soluciones de aprendizaje a distancia, mientras que alrededor del 6% se destinó al apoyo al aprendizaje de niños vulnerables, incluyendo aquellos con necesidades especiales y poblaciones desplazadas. Si bien los gobiernos recurrieron a los presupuestos de programas especiales, complementarios y de educación existentes para proporcionar recursos internos, la financiación dependió en gran medida de fuentes externas tales como la GPE, el Banco Mundial, UNICEF y Education Cannot Wait. Cuando estuvo disponible, la financiación de emergencia nacional mejoró la capacidad de los sistemas educativos para adaptarse a las interrupciones causadas por el COVID-19. Por ejemplo, en Ghana, el gobierno y sus socios financiaron el desarrollo, la curación y la entrega de contenido para el aprendizaje a distancia y una biblioteca digital mejorada. En Cabo Verde, el gobierno apoyó la impartición de lecciones a través de la radio, la televisión y el uso de tabletas. 

Bienestar general de los alumnos. El impacto de la pandemia en el bienestar psicosocial de los niños en edad escolar puede ser uno de los efectos más duraderos de las interrupciones del COVID-19 en los sistemas educativos. La violencia sexual y de género (VSG) aumentó casi a la mitad en los países socios de África durante la crisis. Los servicios de líneas telefónicas de asistencia para niños y de prevención de la violencia se vieron interrumpidos, y el 57% y el 71% de los países de África oriental y meridional, respectivamente, informaron al menos una forma de interrupción. 

En una nota positiva, los países de la región del Sahel, una de las áreas más afectadas por la violencia sexual y por motivos de género, instituyeron líneas de ayuda para llegar a más niños. También pusieron a disposición recursos positivos para padres y mejoraron la capacitación en consejería adaptada a los niños. Los países de la cuenca del lago Chad, Kenia y Sierra Leona utilizaron recursos comunitarios y campañas mediáticas para detener la violencia contra las mujeres y limitar el embarazo de las adolescentes. 

Otro impacto significativo: el cierre de escuelas y el confinamiento de países significaron que unos 350 millones de niños ya no tuvieran acceso a las comidas escolares. Países como Liberia y la República del Congo abordaron las carencias nutricionales de unos 100.000 y 61.000 niños, respectivamente, mediante la entrega de comidas escolares a los hogares de los estudiantes. Otras estrategias aplicadas para promover el bienestar de los niños incluyeron el suministro de información sobre el manejo de la salud menstrual (MHM, por sus siglas en inglés) a las niñas mediante plataformas específicas como YouTube y Oky

Reapertura de las escuelas. Más del 60% de los países socios de la GPE cerraron las escuelas durante más de 200 días. Las sucesivas oleadas de la pandemia obligaron a varios países a cerrar de nuevo las escuelas tras reaperturas totales o parciales. Excepto Uganda, todos los países de África habían reabierto sus escuelas en el cuarto trimestre de 2021, impulsados por la necesidad de continuidad del aprendizaje y el acceso limitado al aprendizaje a distancia. Las respuestas de los gobiernos se centraron en desarrollar marcos de toma de decisiones y pautas de salud para las reaperturas, campañas de regreso a la escuela para alentar a todos los estudiantes a regresar y adaptaciones al aprendizaje después de la reapertura de las escuelas. 

Al menos dos de estas respuestas se observaron en cada país socio. Los sistemas educativos promovieron el cumplimiento de los lineamientos de salud para mitigar las infecciones por COVID-19 mediante el mantenimiento del distanciamiento físico a pesar del gran tamaño de las escuelas y las clases, el lavado frecuente de manos, los controles de temperatura y el aislamiento del personal y los niños infectados o expuestos al virus. 

Las adaptaciones del aprendizaje después de la reapertura fueron críticas en muchos países debido a la pérdida de aprendizaje, que aún no se ha medido por completo. Los países ajustaron las medidas físicas para adaptarse al distanciamiento social; modificaron los horarios de clases y el calendario escolar para recuperar el tiempo de aprendizaje perdido; introdujeron programas de recuperación y aprendizaje acelerado para que los estudiantes se pudieran poner al día; e instituyeron reaperturas parciales que permitieron a los estudiantes presentar exámenes importantes y los ayudaron a adquirir experiencia que podría adaptarse durante las reaperturas completas.

Formación y apoyo docente. El papel de los docentes en la reconstrucción de mejores sistemas educativos es indiscutible. Todos los países de África implementaron al menos una actividad de formación docente durante la pandemia. Por ejemplo, 21 países brindaron capacitación sobre el desarrollo de planes de lecciones, planes y guías de enseñanza y modelos de instrucción a través de soluciones de aprendizaje a distancia. Durante y después de los cierres de las escuelas, la capacitación y el apoyo de los maestros se enfocó en seis áreas: desarrollo y uso de soluciones de aprendizaje a distancia; apoyo a escolares afectados por violencia de género y con problemas de salud mental; apoyo a niños vulnerables; preparativos para la reapertura de las escuelas; el bienestar general de los docentes; y la motivación y los incentivos de los docentes. 

Sin embargo, incluso en los países que implementaron la capacitación, no todos los docentes fueron capacitados: más de la mitad de todos los docentes fueron capacitados en Lesotho, Ruanda y Malawi, mientras que menos del 2% fueron capacitados en la República Democrática del Congo. La limitada formación de los docentes implica una inadecuada respuesta a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes durante el cierre de las escuelas.

Evaluación del aprendizaje. Durante el cierre de las escuelas, las evaluaciones del aprendizaje apenas se llevaron a cabo, incluso después de que se amplió la escala de las soluciones de aprendizaje a distancia. Esto quizás se deba a la insuficiencia del aprendizaje a distancia para adaptarse a las estrictas medidas requeridas para evaluaciones creíbles. Casi todos los países socios pospusieron sus exámenes de alto nivel. A pesar de sus desafíos durante la pandemia, las prácticas de evaluación comúnmente utilizadas incluyeron tareas y asignaciones que se entregaron a través de lecciones en vivo o pregrabadas (por ejemplo, radio y televisión), redes sociales (por ejemplo, WhatsApp), plataformas académicas especializadas (por ejemplo, Khan Academy, Seesaw y EdoBEST), servicios de mensajes cortos para teléfonos móviles y plataformas basadas en la web (p.ej., Zoom y Google Meet). Burundi, Burkina Faso, Costa de Marfil, Kenia, Senegal y Zambia se encuentran entre los países que han planeado evaluar la pérdida de aprendizaje después de la reapertura de las escuelas. 

¿Cómo utilisar estos hallazgos? 

La pandemia de COVID-19 mostró que los sistemas educativos simplemente no estaban preparados para tal crisis. Es posible que esta crisis esté disminuyendo lentamente, pero seguro que vendrán más. Entonces, ¿qué deben hacer los sistemas educativos en África para ser más resilientes la próxima vez? 

Las síntesis del Observatorio KIX sobre Covid-19 destacaron lecciones clave para los tomadores de decisiones en el sector educativo en África:

(1)    Deben generar recursos domésticos para respuestas de emergencia en educación y así crear sostenibilidad. Una parte de dichos recursos debe asignarse a la promoción de la equidad y la inclusión para ayudar a garantizar que los niños vulnerables, incluyendo las niñas y los niños con necesidades especiales, puedan acceder a los servicios educativos. 

(2)    Los sistemas educativos deben revitalizar los sistemas de seguimiento de la violencia sexual y de género, la salud mental y la seguridad alimentaria entre los niños vulnerables. Esto se hace mejor a nivel comunitario. 

(3)    Deben fortalecer la planificación de contingencia para responder mejor a futuras interrupciones en la educación. Dichos planes deben reflejar la evidencia de investigación más actual y las mejores prácticas. 

(4)    Se deberían invertir más recursos en la formación de docentes, como trabajadores de primera línea, para mejorar los mecanismos de afrontamiento de la pandemia y revertir las pérdidas de aprendizaje.

(5)    Los países deben mejorar la efectividad de las evaluaciones durante las crisis. Algunas formas de hacerlo incluyen la incorporación de tecnología digital en los sistemas de evaluación y la mejora de la resiliencia de los sistemas educativos para responder adecuadamente a las necesidades de evaluación. Como mínimo, la evaluación del aprendizaje debe ser parte de las conversaciones en curso sobre la tecnología educativa (EdTech), que probablemente ocupe a los sistemas educativos de formas sin precedentes. 

La pandemia de COVID-19 fue devastadora en muchos sentidos, incluyendo su impacto en los sistemas educativos. Pero también ha ofrecido muchas lecciones valiosas que los países pueden aprovechar para prepararse mejor para otras crisis, con la esperanza de que el aprendizaje continúe durante futuras interrupciones.